miércoles, 9 de noviembre de 2016

LA DIETA GENÉTICA

Es un hecho que el mundo se va llenando cada vez más de conceptos novedosos, tecnológicos y futuristas. Todas esa cosas que antes veíamos en las películas como algo casi imposible se están haciendo realidad (coches inteligentes, teléfonos, electrodomésticos, etc). La alimentación y la nutrición no iban a ser la excepción que escapase a estos gran avances de los últimos años.

Debemos empezar a conocer los nuevos términos que surgen entorno a este tema ya que lo que está sucediendo hoy, marcará la pauta de cómo será la forma de comer en los años e incluso siglos venideros. En esta entrada vamos a hablar de unos de esos conceptos que están siendo tendencia ya hoy en día pero que se desarrollarán aún más en el futuro. Se trata de la dieta genética. 




Su finalidad es establecer una dieta personalizada y adecuada, es decir, que se adapte a las necesidades de cada persona basándose en el estudio de su ADN y mantener en la medidad de lo posible los propios hábitos alimenticios (respetar los gustos y las preferencias personales). Es decir, se estudian los 12 genes responsables del metabolismo de las grasas y los azúcares, los cuales son los encargados de explicar cómo quemamos las grasas, las calorías y de cómo se mantiene el tejido muscular. 

Se basa pues en el hecho de cada persona es diferente geneticamente, es decir, los alimentos que nos ayudan a adelgazar o a engordar no son los mismos para todas las personas. 
Por lo tanto, los expertos que han desarrollado esta tecnología afirman que la dieta que necesitamos está escrita en nuestros genes y tan solo tenemos que leerla mediante una prueba o examen genético.



Por ahora, todavía no podemos decir que sea un hecho real porque todo está en fase de experimentación, Sí bien es cierto que sería una forma sencilla de encontrar la alimentación que cada uno necesita tomar así como la que tendría más efectos duraderos a largo plazo.
El gran inconveniente es una vez más el económico debido al alto coste de las pruebas necesarias para determinar las prioridades alimenticias de nuestro ADN.

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